MY Dress-Up Darling ya está disponible en Funimation y está consiguiendo la atención favorable del público que la ha puesto en un lugar destacable entre los animes de la temporada, y no es para menos. Desde los primeros capítulos, la historia entre Kitagawa y Gojo nos lleva a recordar esa otra faceta que implica ser el único chico que ama el cosplay en la escuela o la chica que se la pasa leyendo manga en la familia: si eras el otaku en automático eres el “rarito”.

            Lo mismo le pasa a Wakana Gojo, uno de los protagonistas, quien tiene una afición todavía menos convencional, le gusta hacer y vestir muñecas porque ese es el oficio tradicional de su familia. Después de una situación traumática en su infancia, Gojo se acostumbra a vivir en silencio, reprimiendo sus gustos en la completa timidez. Gojo conoce a Marin Kitagawa, una gyaru popular en su escuela que también tiene su pasatiempo oculto, el encantan los juegos de rol ecchi y el cosplay.

My Dress-Up Darling

Bajo esta premisa, ambos personajes comenzarán a compartir sus propias aficiones mientras nos enseñan, desde sus sencillos pero atinados diálogos, la forma correcta de enfrentarnos a los choques culturales que ya son parte de nuestro día a día.

Si bien las ocasionales escenas ecchi frenan un poco la trama llenándola de chistes sobre el incómodo descubrimiento sexual de Gojo y la serie tiene muchos elementos típicos de una simple comedia romántica, My Dress-Up Darling nos muestra una historia honesta, con un humor agradable que garantiza la risa de los espectadores y que nos enamora desde el principio con el maravilloso vínculo que crea la pareja protagonista.

Y es que ambos protagonistas, pese a que viven situaciones similares, son muy diferentes pero saben complementarse. La actitud asertiva de Kitagawa mezclada con la amabilidad de Gojo nos mantiene atentos a la historia y nos lleva a la verdadera raíz de todo, la importancia del respeto y la felicidad de ser uno mismo.

Así, mientras los capítulos transcurren, Kitagawa no para de transformarse en esa alegre voz interior que nos recuerda jamás dejar atrás el sentimiento de felicidad que nuestros pasatiempos nos generan, por más desconocidos que sean. Y Gojo es el prototipo ideal de la inclusión actual, quien aunque apenas entiende los gustos de su compañera ya que son totalmente externos a su contexto, el verla disfrutar tanto al hablar de lo que ama lo lleva a ayudarla más allá de todos sus prejuicios.

El alma noble de estos chicos y su lucha por ser ellos mismos se convierte en el reflejo de quienes hemos tenido que anteponernos a las críticas y prejuicios tan solo para disfrutar de nuestras aficiones, en una constante lucha que se ve recompensada con amigos, anécdotas y el amor, no solo por lo que nos hace felices, sino por lo que ya es parte de nuestra identidad.